"Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie."
Theodor Adorno
"El trabajo os hará libres"- dicen las puertas del infierno en la Tierra.
(De uno de ellos).
(De uno de ellos).
Setenta años después no hay cenizas cubriendo el azul del cielo, no huele a carne quemada, ni se apilan contorsionados cadáveres tísicos esperando desaparecer en columnas de humo negro. No hay sombras con rostros de calavera realizando trabajos forzados, apiñados en barracones, rascándose las pulgas, comiéndose los miedos, consumiendo los días, esperando el milagro o la muerte.
Es imposible imaginar el horror setenta años después, pero jurarías que ese sauce llorón de la esquina no pudo haber elegido un lugar mejor para echarse a llorar.
Es imposible imaginar el horror setenta años después, pero jurarías que ese sauce llorón de la esquina no pudo haber elegido un lugar mejor para echarse a llorar.
Montañas de zapatos, de todos los tipos y tamaños;
piscinas de cepillos de dientes, cubiertos, prótesis;
madejas de pelo (parece ser que se hicieron muchas mantas con él);
maletas, marcadas con apellidos,
esperando vacías tras una vitrina a unos dueños que no volvieron a recogerlas.
No conozco el horror pero he visto su museo.
El parque temático del silencio, donde el visitante está tan sobrecogido que cualquier palabra o gesto carece de todo sentido, un insulto vacío, un escupitajo en la cara de la humanidad.
Hay un pasillo repleto de luchadores contra el horror. Te miran desde el marco de sus fotografías con sus trajes de rayas, sus triángulos rojos o rosas, sus estrellas amarillas, con sus nuevos nombres números sujetos en un cartel entre las manos. Algunos tienen los ojos brillantes, otros aprietan la mandíbula o tienen rostros tristes carcomidos por los augurios. Pero esos que te fascinan son los de la sonrisa, esos que fuera de cualquier lógica miran al verdugo que les dispara (de momento con una cámara) y aplican la filosofía del:
"Nuestra venganza es ser felices".
Pues tengo todo el cuerpo erizado y ni siquiera lo he visto con mis propios ojos.
ResponderEliminar