jueves, 21 de mayo de 2015

Nihilismo (del latín nihil, "nada").

A veces quedaban para no hacer nada.
O para hacerlo.

La nada es tan relativa que puede serlo todo.
¿Qué haces? Nada.
Nada que genere beneficio.
Nada que vaya a salvar el Amazonas.
Nada que pueda parar una guerra.
Nada que vaya a curar el sida.
Nada que arregle este jodido mundo.

Pero puedes responder "nada" y estar
podando el césped,
tendiendo las bragas,
cantando en la ducha,
poniendo una bomba,
limpiándote el culo.

A menudo "nada" es "nada que os importe".

Pues eso, que a veces quedaban para hacer nada.
Se enredaban en diálogos dialécticos
cuerpo a cuerpo
se despojaban de todo lo pretendidamente superior,
de todo lo inexistente que debían creer
(rutina, justicia, ropa, miedo, moral, protocolo) .
Se aferraban al devenir de sus propios latidos
abrazaban las infinitas posibilidades de su existir
aquí y ahora
y las celebraban.
Sublimación de lo lúdico,
carnaval del instinto más primitivo.
Negaban todos los dogmas que no cupiesen en un somier
aullaban consignas de exaltación a la vida,
sin buscar lo trascendente en sus rituales,
burlando a la fe y quedándose el éxtasis,
Ignorando a cualquier autoridad
que no fuese la del reloj que señala
el momento en que se debe dejar de hacer nada.

Os juro que hacían mucho.
Pero nada que os importe.






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