Tres días. Setenta y dos horas...quizá alguna menos.
Y ocho pies; cuatro pares de pisadas que caminan sobre les pavés, oscuros, como esos bajo los que se escondía la playa en 1968. Si alguien observase a esas cuatro sombras deslizarse lentamente por la ciudad juraría que no llevan más rumbo que el que dicta el instinto, la simple inercia de poner un pie siempre delante del otro. Pero no, nada más lejos de la realidad. De todas formas, es igual, tampoco hay nadie que las observe salvo el frío y el cielo gris de una ciudad que aún está empezando a despertar.
Los cuatro pares de pasos tienen un destino concreto y avanzan sin vacilar por un trayecto que han recorrido varias veces en las últimas horas, aunque saben que ésta va a ser la última vez. Al menos por un tiempo.
Las mochilas están llenas, tan apretado el contenido que hasta ha costado cerrarlas... y, sin embargo, no es importante. Lo verdaderamente fundamental no lo han guardado con el equipaje, ni en los bolsillos del abrigo, ni en la carpeta con planos y billetes de avión. Lo verdaderamente importante es lo que guardan en la memoria. Los recuerdos de una aventura, breve pero intensa, es lo que de verdad cuenta... lo que queda al final del viaje. Y es eso, precisamente, lo que saborean mentalmente mientras que, con cada paso, se alejan de lo vivido y se acercan a casa.
Caminan juntas, sí, pero en silencio.
Con la complicidad de los que saben que han compartido algo grande.
Y sin embargo, sí, los momentos... Los momentos son lo importante. Esas verídicas estampas, unas más difusas, otras más veloces, pero todas vividas con la misma intensidad. Quién le iba a decir a un grupo de cuatro desorientadas una noche corriente de diario, con más estrés de lo normal, cuando por fin se apretó al botón de "comprar", que iban a vivir todo de esa forma. Cuando la incertidumbre colapsaba el sentido común, la noche crecía y las cabecitas no conseguían conciliar el sueño, cuando prácticamente ninguna pensaba que lo hubiéramos hecho de la manera mejor ni más eficaz posible. En ese momento, si me hubieran citado minuto por minuto de cada uno de esos 4 días que hemos pasado ahí, entonces no me lo habría creído. Somos grandes y ha sido muy grande.
ResponderEliminarOstis, Andreuska!! Entro en tu blog para rememorar viejos tiempos y veo que hemos coincidido en el pensamiento belga "au chocolat" pero qué grandes mentes interrelacionadas que tenemos, coñe!! :)
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