martes, 28 de mayo de 2013

Poetas




"Maldigo la poesía concebida como un lujo 
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse."
Gabriel Celaya






Es la Historia que está viva.
Corazones que bombean sangre de un mismo color.  
Pies que tantean el suelo al estrenar primeros pasos.
La historia que se esconde en cada arruga de un anciano,
la experiencia que segrega cada poro de su piel.
Aspereza en unas manos que trabajan la tierra que les vio nacer.
El chasquido de las vértebras de quien estira su cansancio.
Gestos tiznados de carbón, cejas empapadas en sudor.
Rumbos vagabundos de quien viaja sin billete,
con lo puesto, sin prisa y sin dirección
Entrañas del cuaderno que escribió el preso en su celda.
El arrojo y la humildad de la piedra contra el tanque.
La resistencia del que lucha mimetizado en el monte.
La risa inesperada que hace retroceder al miedo.
Endurecerse, como Ernesto, sin perder jamás la ternura.
La inmensidad azul que inspiró a Neruda.
El camino que hizo al andar Machado en su marcha hacia el exilio.
El arma con que Celaya disparó versos de futuro.
La libertad para la que Miguel Hernández
sangraba, luchaba y pervivía, 
y en cuya bandera bordó Lorca el amor más grande de su vida.
La boca de Benedetti que supo gritar rebeldía.
El incesante galopar de los pueblos que cantó Alberti:
"hasta enterrarlos en el mar".
Las diez mil manos, sembrando y produciendo, 
y Víctor Jara gritando "¡A desalambrar!"
Las mujeres que no se conforman con parir leones.
Los que, como Arenas, permanecen en la lluvia .
Lo sencillo difícil de realizar que dijo Brecht.

Porque la poesía es también  (y sobretodo) el grito de los sin voz.


Imagen de Tina Modotti

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