"Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse."
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse."
Gabriel Celaya
Es la Historia que está viva.
Corazones que bombean sangre de
un mismo color.
Pies que tantean el suelo al
estrenar primeros pasos.
La historia que se esconde en
cada arruga de un anciano,
la experiencia que segrega cada
poro de su piel.
Aspereza en unas manos que
trabajan la tierra que les vio nacer.
El chasquido de las vértebras de
quien estira su cansancio.
Gestos tiznados de carbón, cejas
empapadas en sudor.
Rumbos vagabundos de quien viaja
sin billete,
con lo puesto, sin prisa y sin
dirección
Entrañas del cuaderno que
escribió el preso en su celda.
El arrojo y la humildad de la
piedra contra el tanque.
La resistencia del que lucha
mimetizado en el monte.
La risa inesperada que hace
retroceder al miedo.
Endurecerse, como Ernesto, sin
perder jamás la ternura.
La inmensidad azul que inspiró a
Neruda.
El camino que hizo al andar
Machado en su marcha hacia el exilio.
El arma con que Celaya
disparó versos de futuro.
La libertad para la que Miguel Hernández
sangraba, luchaba y pervivía,
sangraba, luchaba y pervivía,
y en cuya bandera
bordó Lorca el amor más grande de su vida.
La boca de Benedetti que supo gritar rebeldía.
El incesante galopar de los pueblos que cantó Alberti:
"hasta enterrarlos en el mar".
El incesante galopar de los pueblos que cantó Alberti:
"hasta enterrarlos en el mar".
Las diez mil manos, sembrando y
produciendo,
y Víctor Jara gritando "¡A desalambrar!"
Las mujeres que no se conforman
con parir leones.
Los que, como Arenas, permanecen en la lluvia .
Lo sencillo difícil de realizar
que dijo Brecht.
Porque la poesía es también
(y sobretodo) el grito de los sin voz.
Imagen de Tina Modotti